miércoles, 24 de noviembre de 2021

CRÍTICA: MI HIJO SÓLO CAMINA UN POCO MAS LENTO

Fuimos a ver "Mi hijo sólo camina un poco más lento", y una de las cosas que nos llamó la atención una vez finalizada la función, fue que el título de la obra es tan significativo y la vez se contrapone con el ritmo de la historia, que no para desde su inicio, y en la cual todo es movimiento. La obra pertenece al dramaturgo croata Ivor Martinic, y está fabulosamente dirigida por Guillermo Cacace.

La obra nos presenta a una familia en el día de cumpleaños de Branko, quien está por cumplir los 25 años y está en silla de ruedas. Branko tiene una enfermedad (que no se nombra durante la historia), la cual le fue impidiendo caminar paulatinamente. 

La relación entre la madre y Branko es de pura emoción, desde el cuidado, el amor, la protección, pasando por la tristeza y la dolorosa negación. 

Los diálogos entre los integrantes de esta familia son de un ida y vuelta constante, y la forma narrada de varias de las escenas, es un recurso muy bien usado que da originalidad a la historia.

El cariño, el amor, la ilusión, y el desencanto mismo de la vida, se ven reflejados en cada uno de los personajes que hoy confluyen en diferentes etapas de sus vidas, y cada uno de ellos vive con mucha intensidad sus emociones.

En escena son 11 los artistas, con muy buenas interpretaciones cada uno de ellos, pero destacamos a Pochi Ducasse (qué placer verla actuar), a Paula Fernández Mbarak, a Juan Tupac Soler, y a Pilar Boyle. Increíble lo que dan y transmiten. El elenco lo completan Antonio Bax, Romina Padoan, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Gonzalo San Millán, y Juan Andrés Romanazzi

Es muy interesante ver cómo plantea el autor la forma en que cada persona procesa el paso del tiempo, y cómo intentan convivir con sus propios miedos y frustraciones; pero lo más crudo de la obra, es cómo se plasma el tema de las discapacidades, tanto físicas como emocionales, y cómo cada uno intenta luchar con el sufrimiento propio y ajeno, para salir adelante. 

La obra es una vorágine de emociones que va a 200 kms por hora y de repente frena a 0, y deja al espectador en un silencio ensordecedor, hasta que lentamente uno, dos y cientos de aplausos hacen salir del sacudón emocional.

Mi hijo sólo camina un poco más lento es un clásico del teatro off en Argentina, que les recomendamos que vayan a ver. Se presenta los días domingos a las 11.30 de la mañana en el Teatro El Picadero.


FUNCIONES: DOMINGO 11.30 H

TEATRO EL PICADERO (Pasaje Discépolo 1857, CABA)

Entradas en el teatro y en Plateanet.com


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